El precio del aceite de girasol se ha incrementado más de un 10% desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania. Ambos países son los mayores productores mundiales de semilla y aceite de girasol. Tan solo Ucrania produce 4.400.324 toneladas anuales de aceite.
Aunque España también está consolidada como uno de los mayores productores de esta grasa vegetal, el conflicto armado ha generado tensiones, tanto en el sector, como en el consumidor español.
Aceite de girasol en España: uso industrial generalizado
De acuerdo con las cifras del ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, España produjo 773.787 millones de toneladas en el año 2019.
Sin embargo, su balanza comercial pone de manifiesto una importación neta de esta grasa vegetal. En 2020, nuestro país exportó aceite de girasol valorado en 21,42 millones de euros, mientras que las compras se elevaron a 458,62 millones. Esto se debe a un elevado consumo nacional de aceite de girasol.
Este tipo de grasa vegetal tiene un protagonismo limitado en la cocina del consumidor español. Sin embargo, su utilización está mucho más extendida a nivel industrial.
Tal y como señala la Asociación Nacional de Industriales, Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), este aceite se utiliza de forma intensiva especialmente en el sector de la alimentación. Tal es el caso de las conservas, las patatas fritas, la bollería, el tomate frito y la mayonesa, por citar solo algunos ejemplos.
Además, cabe señalar que este uso industrial se ha incrementado en los últimos años en respuesta al rechazo al aceite de palma. Muchos fabricantes alimenticios han sustituido la grasa de palma por el aceite de girasol.
Dependencia española del aceite de girasol ucraniano
La realidad es que España importa anualmente alrededor de 500.000 toneladas de aceite de girasol proveniente de Ucrania. Esto representa el 62% del aceite consumido en nuestro país.
Como consecuencia de la guerra, las refinerías ucranianas han detenido su actividad.
Se da la circunstancia de que Ucrania y Rusia acaparan casi la mitad de la producción mundial de semillas y aceite de girasol, por lo que las alternativas de importación desde otros mercados son limitadas.
Peligro de desabastecimiento y reacción del mercado
A pesar de que, actualmente, no hay problemas de abastecimiento en el sector, la Agrupación Española de Fabricantes de Conservas Vegetales (Agrucón) ha advertido de que su stock se encuentra al límite.
La paralización del tránsito marítimo en el estratégico estrecho de Bósforo y la ausencia de alternativas al aceite de girasol podrían obligar a la industria alimentaria a detener parte de su producción. En consecuencia, hay supermercados que están solicitando a los clientes que racionen la compra de aceite de girasol. Al mismo tiempo, algunas grandes superficies ya han detectado un incremento en el volumen de compras por parte de los consumidores.
La Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS) ha señalado que esta medida no viene precedida por el desabastecimiento, sino que se trata de una respuesta al comportamiento atípico del consumidor. Sin embargo, la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios (FACUA) ha señalado que esta práctica es contraria a la Ley de Ordenación del Comercio Minorista.
En términos parecidos se ha manifestado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), advirtiendo de que el racionamiento puede generar alarmismo en los consumidores e iniciar una escalada de precios.
Alternativas del sector al aceite de girasol
A pesar de que la disponibilidad de aceite de girasol pueda verse reducida en el futuro, si la guerra persiste, el sector español dispone de soluciones para hacer frente a esta situación. Por un lado, ASEDAS ha señalado que España es uno de los principales productores mundiales de grasas vegetales, entre las que destaca el aceite de oliva.
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Además, cuenta con capacidad para abastecer las necesidades del mercado de manera eficaz.
Por otro lado, el ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca ha señalado que va a proceder a la activación de la compra en otros mercados, con el fin de resolver los cuellos de botella que puedan estar limitando el abastecimiento de grasas vegetales.
Esta circunstancia pone de manifiesto, una vez más, la profunda vinculación internacional en la cadena de valor y las consecuencias de su rotura.
El abastecimiento inmediato no es la única variable a tener en cuenta. La política agrícola común (PAC) está impulsando los cultivos ecológicos, cuyo rendimiento en términos de producción es inferior.
Cabe preguntarse cuáles serán los mecanismos y alternativas que permitirán satisfacer la demanda del mercado en el futuro, a medio y largo plazo.