De acuerdo con la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), España está atravesando una crisis del limón sin precedentes.
Después de años de expansión y aumento de plantaciones, el sector se enfrenta ahora a una situación de sobreproducción que ha dejado cientos de millones de kilos de fruta sin recoger en los árboles.
La denominada como «crisis del limón» ha llevado a una caída drástica de los precios, haciendo que la recolección no sea rentable para muchos agricultores.
España es uno de los principales productores de limón en Europa, con cerca del 65% de la producción comunitaria. Este cítrico no solo es vital para la economía agrícola del país, sino que también juega un papel crucial en las exportaciones. Sin embargo, la actual saturación del mercado ha puesto en jaque a un sector que anteriormente mostraba un crecimiento robusto y prometedor.
Profundo desajuste entre la producción histórica y la última campaña
Históricamente, España ha sido un líder en la producción de limones en Europa, con una producción anual que oscilaba entre 1.100.000 y 1.200.000 toneladas. No obstante, la campaña 2023/2024 ha marcado un récord histórico, con una producción estimada de 1.400.000 toneladas, la cual supera ampliamente la capacidad de absorción del mercado.
De esta producción total, aproximadamente el 30% se destina a la industria para usos no comerciales, mientras que entre el 65% y el 70% se exporta a mercados como Canadá, Estados Unidos y África. El resto, alrededor del 10%, se consume en el mercado nacional.
Sin embargo, como veremos a continuación, la sobreproducción ha provocado que grandes cantidades de limones queden sin recoger.
Drástica caída de los precios
El exceso de oferta ha motivado una caída de los precios, con contratos que se cierran muy por debajo de los costes de producción, recolección, envasado y transporte. Mientras que el coste de producción se estima en 0,25 euros por kilo, los contratos actuales se están firmando por solo 0,08 euros por kilo, lo que hace insostenible la actividad para muchos agricultores. Este desequilibrio ha derivado en alrededor de 400 millones de kilos de limones sin recolectar.
Aumento de plantaciones y hectáreas cultivadas
Detrás de esta sobreproducción se encuentra un proceso de expansión que ha tenido lugar en los últimos años. Entre 2016 y 2024 se plantaron alrededor de siete millones de nuevos limoneros, lo que llevó a un incremento notable en la superficie cultivada. Según datos de la Asociación Interprofesional del Limón y Pomelo (Ailimpo), la superficie dedicada al cultivo de limones pasó de 38.363 hectáreas en 2016 a 52.119 hectáreas en 2024, lo que representa un aumento del 36%.
Esta expansión fue impulsada principalmente por grandes propietarios y fondos de inversión, atraídos por la estabilidad de los precios y las oportunidades en el mercado de exportación. Sin embargo, este crecimiento rápido y descontrolado ha llevado a una situación de saturación del mercado interior, sin que el crecimiento de las exportaciones haya podido absorber el exceso de producción.
Consecuencias económicas y sociales de la crisis del limón
La crisis del mercado del limón ha tenido un gran impacto en los agricultores, especialmente en los pequeños productores que dependen de esta cosecha para su sustento. Muchos se enfrentan a pérdidas importantes debido a la caída de los precios y la imposibilidad de cubrir los costes de producción.
Además, la presión de los intermediarios y las prácticas irregulares en la clasificación y descarte de la fruta agravan la situación. Esto afecta aún más a los pequeños productores que no tienen el mismo poder de negociación que los grandes propietarios.
Socialmente, la situación está provocando una mayor precariedad en las zonas rurales, donde la agricultura es una de las principales fuentes de empleo. La falta de rentabilidad ha obligado a algunos agricultores a abandonar sus tierras. Como consecuencia están buscando trabajos alternativos, lo que puede tener un efecto negativo a largo plazo en la cohesión y el desarrollo de estas comunidades.
Propuestas de UPA y otras organizaciones agrarias
Por último, cabe destacar que la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) y otras organizaciones agrarias están trabajando activamente para encontrar soluciones a la crisis del limón. En este sentido, han lanzado múltiples alertas para abordar la situación.
Reducción de la producción y control de la inversión
Una de las soluciones propuestas es la activación de una «extensión de norma». Esta medida permitiría eliminar parte del excedente de limones de manera equitativa entre todos los productores. De esta manera, se reduce la oferta y se ayuda a estabilizar los precios. La extensión de norma ya se aplica con éxito en otros países europeos como Francia y Alemania. Logrando reducir la producción en aproximadamente un 30%.
Además, la UPA también ha sugerido modificar el reglamento de organizaciones de productores (OPs) para no incentivar nuevas plantaciones. Esta regulación ayudaría a controlar el crecimiento desmedido de la producción y prevenir futuras crisis similares.
La organización agraria ha señalado que durante los últimos cinco años se han emitido advertencias sobre la entrada de fondos de inversión y grandes inversores en el mercado del cultivo de limón. Sin embargo, no se ha actuado con la suficiente rapidez para frenar esta expansión.
Reclamaciones a la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) en la crisis del limón
Igualmente, la UPA ha solicitado a la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) que refuerce la vigilancia. Con el objetivo de evitar prácticas desleales y contratos por debajo de los costos de producción.
- Se ha denunciado que los precios actuales de los contratos están muy por debajo del umbral de rentabilidad.
- Se ha pedido una mayor transparencia en el proceso de clasificación de la fruta. Actualmente, los intermediarios a menudo declaran un porcentaje significativo de la cosecha como «destrío» (fruta desechada por no cumplir con los estándares de mercado) sin un acuerdo transparente y bilateral con los agricultores. Este proceso debe ser justo y acordado por ambas partes para evitar que los agricultores sufran pérdidas adicionales.
- Se ha solicitado un mayor control en la frontera de las importaciones, especialmente de países como Sudáfrica, Marruecos, Egipto y Argentina, donde los diferentes estándares de calidad y sanidad vegetal pueden distorsionar la libre competencia.