Tras más de tres años de una exacerbada alza de precios, la inflación en Europa parece haberse desacelerado. El pasado mes de septiembre logró situarse en el 1,7%, y por debajo del objetivo del Banco Central Europeo (BCE) del 2%.
Sin embargo, los meses de octubre y noviembre han protagonizado un repunte de hasta el 2% y 2,3% respectivamente. Con todo, la evolución a lo largo del año ha sido favorable, como consecuencia de varios factores.
Descenso de los precios de la energía
El abaratamiento de la energía, gracias a la estabilización de los mercados internacionales, ha sido decisivo para contener el aumento de los precios. Esta reducción ha aliviado las presiones inflacionarias, especialmente en sectores dependientes de los combustibles fósiles.
Además, la mejora en el suministro energético y las políticas para diversificar las fuentes de energía han reducido la volatilidad de los precios. Como consecuencia, ha favorecido una recuperación más estable y ha limitado el impacto de la inflación en los hogares y las empresas.
Las medidas del BCE: tipos de interés y expectativas
El Banco Central Europeo también ha jugado un papel relevante. Por un lado, el aumento de los tipos de interés ha encarecido el crédito. Esto ha reducido el consumo y la inversión, lo que tiende a moderar la demanda y, por tanto, la inflación.
Por otro lado, su voluntad manifiesta por controlar la inflación en Europa también puede haber influido en las expectativas, tanto de los ciudadanos como de las empresas.
Las previsiones de mayor estabilidad inflacionaria pueden haber contribuido a lograr una similar estabilidad en las negociaciones salariales y los acuerdos comerciales. Además, conviene recordar que las subidas de tipos tardan meses en manifestarse plenamente en el mercado. Por ello, se espera que su impacto más significativo en el consumo, la inversión y el empleo se haga evidente en los próximos trimestres.
Perspectivas económicas y de inflación en Europa
El panorama económico europeo cuenta con proyecciones optimistas de estabilización inflacionaria y crecimiento moderado. Sin embargo, aún debe hacer frente a riesgos globales y geopolíticos.
Proyecciones del BCE hasta 2027
El Banco Central Europeo anticipa una inflación general que convergerá hacia el 2% en 2025, con una inflación subyacente siguiendo una tendencia similar.
- La inflación general, impulsada principalmente por los precios de la energía y los alimentos, se moderará gradualmente.
- La inflación subyacente, excluyendo estos componentes, también reflejará una tendencia decreciente gracias a la disminución de las presiones salariales y de costes operativos.
Por otra parte, se espera que el crecimiento del PIB se mantenga moderado, con una expansión anual media del 1,1% al 1,4% entre 2025 y 2027. Este progreso económico estará respaldado por una mayor demanda interna, con un consumo fortalecido por el aumento de los salarios reales y la solidez del mercado laboral. El empleo, con tasas históricamente bajas de desempleo, seguirá siendo un motor clave para el crecimiento económico.
El papel de los tipos de interés en la inflación en Europa
Evidentemente, los tipos de interés seguirán desempeñando un papel crucial en la estabilidad económica. El BCE podría iniciar una fase de relajación monetaria en 2025, con recortes graduales en los tipos de interés. Esto busca estimular el crecimiento en un contexto de menor presión inflacionaria y una economía más estable.
Concretamente, se espera que la máxima autoridad financiera europea ajuste los tipos hacia un nivel considerado «neutral», alrededor del 2%. Este nivel debería equilibrar las dinámicas de crecimiento e inflación en Europa sin generar estímulos ni restricciones excesivas.
Retos estructurales y oportunidades futuras
A pesar de los “brotes verdes”, Europa va a tener que superar varios desafíos que pueden condicionar su estabilidad económica a largo plazo. No obstante, también se abren nuevas oportunidades para fortalecer su resiliencia y competitividad global.
Dependencia de los mercados globales en la inflación en Europa
La economía europea está profundamente integrada en el comercio internacional, lo que la hace vulnerable a cambios en los mercados globales. Las políticas proteccionistas de grandes economías como los Estados Unidos podrían afectar a las exportaciones. En consecuencia, la diversificación de mercados y la adaptación a nuevas normativas serán esenciales para mitigar estos escenarios.
Cambio climático y transición energética
Las inversiones necesarias para cumplir con los objetivos climáticos de la Unión Europea podrían aumentar los costes de producción a corto plazo. Sin embargo, estas medidas también pueden generar beneficios a largo plazo, como la reducción de la dependencia energética externa y la creación de nuevos sectores económicos.
El papel de la política fiscal
Por último, los gobiernos europeos deben poner en marcha políticas fiscales que impulsen la inversión y el consumo, especialmente en sectores estratégicos como la tecnología verde y la infraestructura digital. Esto ayudará a la recuperación económica y el crecimiento sostenible.