Las energías renovables adquirieron un importante protagonismo a comienzos de siglo en nuestro país y, han experimentado una línea ascendente a lo largo de la última década, lo que ha implicado un crecimiento del 70% respecto al año 2007.
De hecho, ya en el informe “Las energía renovables en el sistema eléctrico español”, emitido por Red Eléctrica en el año 2016, se constataba que este tipo de fuente de energía representaba más del 45% de la potencia total instalada, lo que se traduce en 47.921 MW.
Concretamente, la tecnología de mayor peso es la eólica, que supone 23.057 MW de capacidad instalada y más del 47% de toda la producción de energía renovable. Le siguen la energía hidráulica y la energía solar con 17.025 MW y 6.973 MW respectivamente.
Esta apuesta por las energías renovables está alineada con los objetivos definidos en el paquete “Clean Energy”, establecido por la Unión Europea con el propósito de dotar a todo el territorio de la Unión de un modelo energético libre de carbón.
En el caso de España, el 17,4% de los kilovatios hora producidos, sale de las centrales térmicas de carbón.
Le energía fotovoltaica como próxima energía en expansión
Los factores clave para impulsar el desarrollo y la inversión en la energía fotovoltaica son los siguientes.
- Abaratamiento de los costes: durante los últimos cinco años, el precio de los módulos solares ha disminuido un 80%, la mayor reducción de costes en todo el sector de las energías renovables.
- Alta disponibilidad de energía solar: si Castilla y León es el buque insignia de la potencia eólica e hidráulica instalada en España, Castilla La Mancha y Andalucía gozan del liderazgo en energía solar fotovoltaica y térmica solar, respectivamente. España dispone de una ubicación geográfica privilegiada para la expansión de la tecnología de energía solar.
- Consenso político de descarbonización: el reciente cambio de gobierno podría suponer una corrección de rumbo de la política de austeridad de las energías renovables, seguida en el sector eléctrico a lo largo de los últimos años o, al menos, esto es lo que algunos analistas se atreven a pronosticar.
Las inversiones en energías renovables en España
De acuerdo con el índice anual de países RECAI, publicado por la consultora EY, España está en la posición número 24 de 40 en lo referente a inversión en energías renovables. China, EE.UU. Alemania, India y otros países europeos como Francia, Reino Unido, Holanda y Dinamarca ocupan los primeros puestos del ranking.
Hace algunos años, España hizo importantes esfuerzos por transformar su mix energético. Sin embargo, la crisis económica de la última década supuso también un fuerte parón para la inversión. No obstante, esta tendencia ha comenzado a corregirse con nuevos proyectos que no se financian con subsidios, y tienen una naturaleza fundamentalmente solar.
De acuerdo con los datos de la APPA (Asociación de Empresas en Energía Renovables), las Comunidades Autónomas parecen estar apostando de nuevo por las energías renovables. Las subastas celebradas a lo largo de los últimos dos años reflejan la posibilidad de instalar 8.700 MW de potencia. Además, también se calcula que estos nuevos desarrollos van a propiciar la creación de 90.000 empleos durante la fase de instalación.
Eficiencia energética como herramienta clave para mitigar el impacto medioambiental
La apuesta por las energías renovables no es el único camino para evitar el impacto medioambiental generado por el sector eléctrico y energético en su conjunto.
La eficiencia energética persigue la reducción del consumo de energía, gracias a la optimización de los recursos energéticos.
La energía consumida en los hogares y por la industria tiene un enorme impacto tanto económico, como medioambiental.
Según el informe RISE (Regulatory Indicators for Sustainable Energy), publicado por el Banco Mundial, España se sitúa en el puesto 22 de los 111 países objeto de análisis.
Esta posición pone de manifiesto la necesidad de hacer una apuesta más decidida por la reducción de la dependencia energética crónica en España, y de reducir el consumo interno, mediante la creación de políticas formativas, regulaciones de control y apoyo a la renovación tecnológica.
España importa nada menos que el 77,4% de la energía que consume. En definitiva, se necesita que la eficiencia energética se convierta en una de las grandes prioridades de las próximas decisiones políticas y legislativas. De ello depende la sostenibilidad del modelo energético, la preservación del ecosistema y, por supuesto, la mejora de la economía en su conjunto.