El pasado mes de mayo, la Comisión Europea aprobó el plan denominado REPowerEU con nuevos objetivos de producción y ahorro. Para empezar, y de acuerdo con este programa, se ha establecido una meta de ahorro del 13%.
Además, las energías renovables deberán representar el 45% de la producción energética para el año 2030. Para ello, se prevé un aumento de la capacidad instalada, en la que destaca el objetivo de incrementar el 50% en la energía fotovoltaica para 2025.
Con el fin de facilitar el cumplimiento de estos objetivos, se ha acordado la simplificación de los procesos administrativos. No obstante, llama la atención la escasa alusión de los mecanismos de almacenamiento de la energía y la total ausencia de incentivos para sus proveedores, lo cual contrasta con el resto del sector.
Lento crecimiento del almacenamiento de energía por ausencia de políticas europeas
Para el año 2023, y de acuerdo con el reciente informe de Allianz Research “Can the booming battery sector help Europe with its energy crisis?”, la capacidad total de almacenamiento de energía en la Unión Europea alcanzará el equivalente al 35% de las importaciones anuales de gas ruso.
Sin embargo, el citado plan REPowerEU no prevé incentivos para los proveedores de almacenamiento de energía ni para los inversores. En consecuencia, Allianz Research augura que el crecimiento del sector se realizará de forma orgánica y paulatina, lo cual contrasta con el rápido crecimiento a nivel mundial.
Cabe preguntarse cuándo reaccionará la Unión Europea para no quedarse a la cola en esta área crítica.
La capacidad de almacenamiento de energía mundial crece rápidamente
Desde el año 2015, la capacidad global de almacenamiento de energía se ha multiplicado por cinco hasta alcanzar los 27 GW. Lejos de ralentizarse, se prevé que este ritmo de crecimiento se multiplique durante los próximos años, hasta multiplicar por 19 la capacidad instalada actual para el año 2030.
Semejante evolución será, en su mayor parte, resultado de los planes de inversión aprobados por Estados Unidos y China. En este sentido, la Administración norteamericana ha comprometido un total de 370.000 millones de dólares para financiar las tecnologías de energía limpia a través de la Ley de Reducción de la Inflación.
Riesgo de guerra comercial
Cabe señalar que la Unión Europea ha acusado a Estados Unidos de que las ayudas previstas en esta nueva normativa violan las normas del comercio internacional.
Concretamente, los países comunitarios se han mostrado preocupados por el hecho de que los fabricantes de coches estadounidenses -especialmente Tesla y Ford- se beneficien de ayudas fiscales, utilizando componentes de verdes que se fabriquen en los Estados Unidos.
Ambiciosos planes en China
China, por su parte, aprobó el pasado mes de marzo su décimo cuarto Plan Quinquenal para la Implementación y Desarrollo de Almacenamiento de Energía. Desde entonces, un total de 12 provincias y ciudades han anunciado el despliegue de sistemas de almacenamiento con capacidad de 40 GW para el año 2025.
Sin duda, se trata de un impulso muy importante para la economía china, cuyo crecimiento ha dado evidentes muestras de calentamiento.
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Principales desafíos para el sector
Dejando a un lado la voluntad política, existen algunos obstáculos que podrían retrasar el despliegue de mayor capacidad de almacenamiento de energía.
Problemas de suministro
Por un lado, la escasez en el suministro de microchips, ligada a la inflación de metales minerales estratégicos como el litio, el cobalto y el níquel, supone un importante desafío.
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La inflación limita la inversión en los hogares
Por otro lado, la elevada inflación que afecta a gran parte de Occidente, unida al incremento en los tipos de interés, podría limitar las posibilidades de sacar adelante proyectos a escala doméstica.
Actualmente, los Gobiernos están centrándose más en la dimensión macroeconómica, apoyando acciones de gran impacto. Sin embargo, la participación de los hogares en el despliegue de instalaciones de almacenamiento podría acelerar rápidamente el proceso.
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Tecnologías alternativas
En tercer lugar, no podemos obviar el empuje de otras tecnologías que compiten con las baterías de litio como sistema de almacenamiento de energía. Tal es el caso de todos los sistemas de almacenamiento de larga duración o LDES, por sus siglas en inglés.
Actualmente, ya existen cuatro grandes variantes tecnológicas: termal, mecánica, química y electroquímica.
El informe de Allianz Research se muestra, no obstante, optimista respecto al futuro a largo plazo. El gasto anual en el despliegue de capacidad de almacenamiento podría oscilar en una horquilla de entre 4 y 11 mil millones de dólares durante el periodo 2020-2030. De esta forma alcanzaría los 17 mil millones en la década de 2040-2050.