El pasado 15 noviembre, y por medio de una cumbre telemática de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y sus socios externos, quince países de la región Asia-Pacífico, capitaneados por China, acordaron la creación de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP).
Se trata del mayor tratado de libre comercio del mundo, que ahora deberá ser ratificado por un mínimo de seis países miembros de la ASEAN y tres de sus socios externos, para entrar en vigor.
En este artículo, vamos a analizar la repercusión de dicho acuerdo, y su atractivo para las empresas exportadoras españolas.
La región de libre comercio más grande del mundo
El tratado de la RCEP ha sido firmado por Australia, China, Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda y las naciones de la ASEAN: Birmania (Myanmar), Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
El resultado es un mercado de 2.200 millones de personas, en una región de rápido crecimiento económico y un PIB combinado de 22,14 billones de euros, poco menos del 30% del PIB mundial.
Finalmente, la India decidió optar por el proteccionismo y abandonó el acuerdo, si bien el resto de los países firmantes han dejado la puerta abierta a su futuro ingreso.
Este tratado aspira a eliminar, a lo largo de un periodo de 20 años, los aranceles y cuotas en el 92% de los productos exportados, así como otras barreras comerciales.
En lo que se refiere al contenido regulatorio, incluye entre otros aspectos:
- El comercio de bienes y servicio.
- La economía digital.
- La propiedad intelectual.
- Y las disputas comerciales.
Sin embargo, han quedado fuera cuestiones como los derechos laborales o la regulación medioambiental. Estas carencias han sido motivo de críticas.
Principales desafíos para las pymes españolas
Aunque el mercado de la RCEP presenta un enorme potencial comercial, las empresas españolas también tienen que hacer frente a determinados retos.
Para empezar, se trata de un mercado alejado geográficamente y notablemente burocratizado; especialmente, en el caso de China. Es decir, se trata de una región de difícil acceso comercial.
En segundo lugar, las propias empresas españolas podrían sufrir una caída en sus exportaciones, como consecuencia de la desviación comercial, generada por el atractivo de la nueva región.
Finalmente, las pymes también van a tener que hacer frente a la presión del mercado, para beneficiarse de las ventajas del acuerdo, dado que quedarse fuera de esta región puede ser una gran pérdida de oportunidad.
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Fórmulas para acceder al mercado de la RCEP
Dados los desafíos planteados, las pymes españolas podrían beneficiarse de la creación de un consorcio. De esa manera, multiplicarían su capacidad para el desarrollo de proyectos, así como su competitividad en la presentación a concursos.
Por otro lado, las empresas españolas también podrían optar por trasladar parte de su fabricación a alguno de los países de la RCEP.
La apertura de fábricas en esta región permitiría competir en las mismas condiciones productivas que las empresas locales.
En ambos casos, la búsqueda de un socio local, ya sea a nivel comercial, logístico o productivo, supondría la aceleración del desembarco en la región.
En definitiva, la creación de joint ventures con empresas que ya dispongan de actividad en estos países se perfila como una fórmula atractiva.
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Finalmente, no hay que olvidar que gran parte de los países de la RCEP presenta un mercado muy competitivo, en lo que se refiere a la estructura de costes.
Por ese motivo, las pymes españolas deberían centrarse en competir mediante la calidad, el posicionamiento de marca y la superioridad tecnológica.
Los sectores agroalimentario, bienes de consumo, medioambiente y energías renovables son solo algunos de los que presentan un mayor atractivo, en términos comparativos.
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El proceso de ratificación de este acuerdo y su consiguiente entrada en vigor podría
demorarse durante más de año.
Este es el momento de comenzar a planificar el desembarco en la región, para llegar en las
mejores condiciones posibles.