De acuerdo con las últimas previsiones del Banco Mundial, el crecimiento de la economía china va a cerrar 2022 con un exiguo 2,8% del PIB. Eso no solo supone un recorte del 50% respecto a las expectativas de comienzos de año. También significa que China está creciendo por debajo de la media de Asia-Pacífico por primera vez en los últimos 30 años.
Riesgo de contracción económica
Según las estimaciones del Banco Mundial, la región Asia-Pacífico va a alcanzar el 5,3% de crecimiento en el presente ejercicio, muy encima del 2,8% conseguido en 2021. Esto contrasta con las citadas expectativas del mercado chino.
El Gobierno de Pekín ha minimizado la importancia de cumplir con los objetivos marcados al inicio del ejercicio. Sin embargo, conviene recordar que, durante el tercer trimestre, China se asomó al abismo de la contracción económica, y algunos economistas auguran un crecimiento nulo para este año.
La política “cero COVID” lastra la economía china
Las autoridades chinas han mantenido una política extraordinariamente restrictiva en lo que se refiere al control de la COVID-19. Sin embargo, esto ha limitado la actividad comercial y está haciendo mella en una población sometida a reiterados confinamientos desde 2020.
Los ciudadanos chinos han reducido el consumo de bienes, así como el gasto en ocio y turismo. Esto supone un importante hándicap para el mercado interno. Además, los brotes de coronavirus en Tianjin y Shenzhen han paralizado la actividad industrial en numerosas ocasiones.
Este contexto provoca que las empresas se muestren especialmente cautas respecto a la realización de inversiones, dado que las posibilidades de expansión están en entredicho mientras la política “cero COVID” siga activa.
El estímulo público resulta insuficiente para la economía china
El Gobierno chino ha tratado de compensar la caída de la demanda interna, con inversión pública. De hecho, el pasado mes de agosto, se anunció una inversión de 200.000 millones de dólares destinados a impulsar a las pymes, las infraestructuras y los bienes raíces.
Sin embargo, se trata de una cifra relativamente modesta si se compara con las medidas adoptadas en el país en otros escenarios de ralentización económica.
Igualmente, otras regiones como los Estados Unidos y la Unión Europea también han aprobado programas económicos de apoyo que parecen tener un mayor recorrido.
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Retirada de la inversión privada en el sector tecnológico
Otro de los ámbitos en los que el Gobierno chino se ha mostrado especialmente restrictivo es el sector tecnológico, con la aprobación de nuevas normativas.
El resultado es que, durante el tercer trimestre del año, gigantes como Tencent y Alibaba han registrado una caída del 50% del beneficio para el primero, y del 50% de los ingresos para el segundo.
Las consecuencias no se han hecho esperar, con el despido masivo de trabajadores y la preocupante retirada de miles de millones de dólares por parte de inversores extranjeros.
Estallido de la burbuja inmobiliaria
El sector inmobiliario ha sido uno de los grandes pilares del crecimiento económico del país durante décadas. Sus actividades directas e indirectas representan cerca del 30% de la economía china. Sirva de ejemplo que, en el año 2021, se vendieron viviendas por valor de 2.400 millones de dólares.
Sin embargo, eso no se está traduciendo en el enriquecimiento de la población. Actualmente, las familias necesitan el equivalente a los ingresos de 27 años para sufragar la compra de su vivienda. Esto representa, por ejemplo, cuatro veces más que lo requerido para una familia en España.
Semejante inflación del mercado implica un creciente endeudamiento de las familias. Además, gran parte del parque inmobiliario no logra venderse, con otro tanto que permanece desocupado. De acuerdo con la consultora Capital Economics, en 2021 China contaba con 30 millones de propiedades no vendidas, así como 100 millones de propiedades adquiridas, pero sin ocupación.
Este escenario se ha saldado con una abrupta caída del 20% de los precios durante el verano pasado. A esto se añade el riesgo de impago, de hasta el 7% en las hipotecas, según la previsión de Standard & Poor’s y Deutsche Bank.
La demanda externa cae como consecuencia de la inflación
Por último, China no solo afronta las consecuencias de la inflación de su mercado inmobiliario interno. También ha visto como sus principales socios comerciales, como Estados Unidos y la Unión Europea, han reducido su volumen de compras.
La inflación y la subida de los tipos de interés han provocado una caída de la demanda. Una situación que se ha agravado como consecuencia de la guerra en Ucrania y cuya resolución aún parece lejana.
Además, no debemos olvidar que el riesgo de impago por parte de las empresas se ha incrementado a nivel mundial.
Ya el año pasado, el informe publicado por Allianz Research, denominado “Growing risks and uneven state support” advirtió sobre el repunte de las insolvencias, incluso en el mercado chino.