La llegada del mes de septiembre no solo constituirá la finalización de un temporada veraniega plagada de retos para el sector turístico español. También pondrá a prueba la capacidad de resistencia de la economía en su conjunto.
El informe “El impacto de la COVID-19 en la estabilidad financiera”, recientemente publicado por el Observatorio de la Realidad Financiera (ORFIN), la cátedra universitaria de la Universidad de Alcalá (UAH) y Thinking Heads, ha estimado que la tasa de paro podría ascender hasta el 26%. Este es solo uno de los indicadores que invitan a adoptar una actitud precavida respecto a la evolución económica durante lo que resta del año.
Incremento de la tasa de desempleo
Por regla general, el mes de septiembre suele coincidir con un repunte en la tasa de desempleo, coincidiendo con la finalización de los contratos temporales propios de la época estival.Ahora bien, este año, las estadísticas podrían ascender hasta el 26%, lo cual supondría superar los cinco millones de personas en paro.
Son muchos los negocios que se han acogido a los planes de ayuda como consecuencia de la paralización o reducción drástica de su actividad. Sin embargo, estas ayudas no garantizan su continuidad tras la progresiva acumulación de meses, durante los cuales sus ingresos se han visto reducidos drásticamente.
Consecuencias de la prórroga de los ERTE
El pasado junio, el Gobierno, patronal y sindicatos acordaron la prolongación de los ERTE durante el mes de septiembre. Más recientemente, el Ministerio de Trabajo ha asegurado que esta medida se prorrogaría hasta finales de año.
Sin embargo, para costear estas ayudas, el Gobierno ha solicitado una financiación de más de 20.000 millones de euros al programa europeo de mitigación de los riesgos de desempleo (SURE). Este programa movilizará un total de 100.000 millones de euros a nivel de la Unión Europea, financiados con deuda comunitaria; y el importe definitivo recibido por España dependerá de las solicitudes realizadas por el resto de países miembros.
Esto quiere decir que la prórroga de los ERTE no está aún garantizada, por lo que la última parte del año presenta una notable incertidumbre.
Además, los ERTE no son una solución perfecta.
Han permitido evitar numerosos despidos. Sin embargo, también podrían desalentar a muchos negocios a impulsar su actividad, dado que actualmente cuentan con una fuente de ingresos subvencionada.
Incertidumbre sobre el programa de compra de deuda del Banco Central Europeo
Como consecuencia de la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19, el Banco Central Europeo (BCE) activó un programa extraordinario de compra de activos de deuda soberana (PEPP), por valor de 1.350 billones de euros.
Entre otras cosas, el objetivo de este programa es mantener la estabilidad de precios y evitar la pérdida de liquidez por parte de los estados miembros.
Sin embargo, el actual ritmo de compra de deuda podría suponer un agotamiento prematuro de los fondos, una vez llegado el otoño.
Si no se logra la ampliación de este programa, podría tener lugar una crisis de deuda soberana en muchos países de la Unión Europea.
Incremento del déficit y la deuda pública
Precisamente, el otro creciente problema al que tendrá que hacer frente España es el incremento de su deuda pública que, previsiblemente, se incrementará hasta el 122% de su PIB.
Esto se une a un incremento del déficit público del 14,5% del PIB; así como una caída de este del 13%.
Concretamente, las estimaciones del FMI para España son un cierre de 2020 con una caída del PIB del 12,8%.
Riesgo de impagos
Por último, debemos destacar el aumento del riesgo de los impagos. Las empresas ya están viéndose afectadas por la caída del consumo. Su nivel de endeudamiento podría provocar problemas de tesorería y el incremento de la morosidad.
Conviene tener presente que el canal de financiación cliente-proveedor en España es cercano al 30% del PIB.
Sin embargo, los niveles actuales de deuda corporativa no parecen capaces de soportar un incremento abrupto de la demanda de crédito. En consecuencia, septiembre podría protagonizar un aumento de los impagos.
Por supuesto, el sistema bancario y financiero puede contribuir a paliar este recrudecimiento de las circunstancias. Ahora bien, los sectores más afectados por la crisis, como el turismo y la automoción, podrían verse sometidos a una gran presión.