Egipto

Egipto accedió a un nuevo régimen de crecimiento en noviembre de 2016, a lo que se sumó la aplicación de importantes reformas, destinadas a pasar de un modelo rígido con un tipo de cambio fijo, subvenciones elevadas y controles de capital a uno más basado en el mercado. El desencadenante de este cambio fue la baja liquidez y la necesidad de financiación procedente del Fondo Monetario Internacional. Cuando el gobierno egipcio aceptó las condiciones del FMI, el país regresó rápidamente a los mercados financieros. Los costes a corto plazo fueron elevados, lo que se tradujo en una alta inflación (+30% en 2017), pero que se ha normalizado desde entonces.

Sin embargo, este impacto en los precios está ayudando a reequilibrar la economía al hacer que las importaciones sean más costosas. Este reequilibrio continuo es una condición previa para sacar el máximo partido del entorno comercial del país, que es uno de los más favorables de la región, si bien no se percibe como tal

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