Grecia

A corto plazo, las perspectivas de crecimiento para la economía griega son bastante favorables, gracias a la gran brecha de producción y a la importante desaceleración de la economía, especialmente en el mercado laboral. Después de una expansión del PIB del 1,9% en 2018, el mayor índice de crecimiento en más de una década, se espera que la economía griega registre el 2% este año antes de acelerarse al 2,3% el próximo año. La demanda interna seguirá siendo el motor clave del crecimiento del PIB, gracias a la recuperación de la confianza económica, así como a la tendencia favorable del mercado laboral.

En otro orden de cosas, las exportaciones griegas continuarán representando una aportación positiva al crecimiento, impulsadas por una demanda resistente en el sector turístico, así como por las mejoras en la competitividad exterior de Grecia. No obstante, más allá del corto plazo, la recuperación económica de Grecia sigue supeditada a la incertidumbre, a pesar de la prometedora cifra de crecimiento general. En particular, la continua debilidad en la inversión sigue siendo un motivo clave de preocupación. Hasta ahora, el crecimiento del PIB se ha visto impulsado en gran medida por el consumo privado y por cierto empuje procedente del sector exterior. Para garantizar que la recuperación económica de Grecia sea sólida y sostenible, la inversión, tanto nacional como extranjera, tendrá que repuntar notablemente.

En este contexto, la clave para mantener y fortalecer la confianza de los inversores radicará en garantizar la coherencia de las políticas y crear un entorno empresarial favorable que fomente un crecimiento económico dinámico y sostenible.

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