Madagascar
Madagascar figura entre los países más pobres del mundo (unos dos tercios de la población vive por debajo del umbral de la pobreza). Es por ello que cualquier impacto inflacionario asesta un duro golpe a su población. Durante las últimas décadas se han venido observando graves consecuencias para la inestabilidad política. La diversificación económica no es muy sólida y los sectores impulsados por los productos básicos aún representan el grueso de la actividad económica, así como el empleo. La agricultura contribuye con un 40% de las exportaciones (la mitad corresponde a la vainilla) y el sector minero representa otro 30% (con el níquel en primera posición). Estos recursos están situando a Madagascar en el radar de las corporaciones globales.
Sin embargo, los tímidos avances materializados en términos de clima empresarial amenazan la ejecución de los planes de inversión, lo que significa que las reservas de capital siguen siendo bastante escasas. Se necesitaría una mayor estabilidad política para lograr avances más eficaces en cuanto a procesos de formulación de políticas. Madagascar se está beneficiando de una verdadera aceleración del crecimiento hasta el +5% en 2018 y las expectativas de crecimiento también son buenas (+5,2% en 2019), impulsadas en parte por un rendimiento favorable de las exportaciones (+8% anual de media). La inflación está cada vez más controlada (+6,1% interanual en diciembre), lo que significa que los problemas de poder adquisitivo se están normalizando progresivamente.
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