Reino Unido
Inmediatamente después de la votación del referéndum de Brexit en 2016, la economía británica logró mantener su sólido impulso. La incertidumbre política fue contenida: la respuesta de la política monetaria fue proactiva y la política fiscal fue favorable; la confianza de empresas y consumidores se mantuvo resistente; los mercados de valores se vieron impulsados por una libra más débil y el sector servicios siguió creciendo. Sin embargo, la prolongada y elevada incertidumbre acerca del Brexit, sobre todo desde julio de 2018, ha reducido significativamente los focos de resistencia de la economía británica. La depreciación de la libra esterlina (más del 12% desde 2016) ha incrementado los costes de las importaciones y ha provocado una caída de los márgenes de las empresas, que han alcanzado su nivel más bajo desde mediados de 2014. La inversión se sitúa casi un 2% por debajo del nivel anterior al referéndum y se contrajo un -0,9% en 2018 por primera vez desde la Gran Recesión.
El crecimiento del gasto del consumidor (+1,7% en 2018) alcanzó su nivel más bajo en cinco años. A finales de 2018, la confianza de los consumidores registró unas cotas bajas similares a las del período posterior al referéndum del Brexit, mientras que la tasa de ahorro se desplomó a un mínimo histórico. La debilidad tanto de la demanda interna como externa ha provocado una fuerte desaceleración del crecimiento de la facturación en el sector manufacturero (por debajo del 2% interanual), mientras que los servicios siguieron mostrando mayor resistencia (alrededor del 8% interanual).
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