Si bien el sector de la construcción está en desaceleración tras uno de los ciclos expansivos más fuertes, la crisis de la COVID-19 presenta importantes escollos. La interrupción comercial a corto plazo se agrava con las incertidumbres sobre la temporización del reinicio y la recuperación. Las pymes se ven especialmente afectadas: La crisis podría provocar una contracción de la rentabilidad para las empresas más pequeñas del sector, especialmente en Europa.
La salida de la crisis se caracterizará por un mayor coste del cumplimiento de la normativa reguladora de la seguridad. Las empresas han adoptado estrategias de supervivencia, como la salvaguardia de la liquidez mediante la emisión de deuda y recortes de dividendos, que ayudarán a las grandes empresas diversificadas a capear la crisis. Las más pequeñas no tienen la misma capacidad para ejecutar tales estrategias. Apoyo político a través de planes de retención de empleo, garantías de préstamos y apoyo a proyectos de eficiencia energética de viviendas son útiles pero no alterarán el panorama de un sector que presenciará una compresión en la actividad y los márgenes este año. Vemos una oportunidad sostenida, principalmente para las grandes empresas, de infraestructuras y actividad energética, que es sostenida.
