Introducción:
Durante los años 2021 y 2022, el sector del metal registró unos precios y beneficios sin precedentes, impulsados por una serie de factores complejos, que derivaron en una extraordinaria inflación, y que podemos resumir en una rápida recuperación del consumo tras la pandemia y cadenas de suministro distorsionadas e incapaces de garantizar el abastecimiento.
Tras esta etapa de euforia, 2023 ha supuesto una vuelta gradual a la normalidad, con una fuerte corrección de precios y una demanda industrial débil que obliga a las compañías a ser muy eficientes para mantener sus resultados en positivo.
La posibilidad de una caída brusca de precios, como la ocurrida entre 2007 y 2008, ha quedado descartada y las empresas han podido digerir la devaluación y los excesos de inventario de manera gradual.
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